CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS por DOM PRÓSPERO GUERÁNGUER O.S.B.




Después que la santa Iglesia en el día de ayer celebró la fiesta de todos los santos, hoy extiende su caridad, y ayuda con sus oraciones y sufragios a las almas del purgatorio. Pues es dogma de fe que para poder entrar en el cielo, han de purificarse y acrisolarse las almas de los que murieron en gracia de Dios con pecados veniales, o sin haber satisfecho en vida enteramente por los mortales que cometieron, y cuanto a la culpa les fueron perdonados. Las obras con que podemos socorrerlas son tres: la primera y principal es el santo sacrificio de la misa; la segunda, la oración; y la tercera, todas las obras penales con que se satisface a la divina justicia, como son la limosna, ayunos, penitencias, peregrinaciones, y cosas semejantes. Además de estos modos con que las personas particulares socorren a las almas del purgatorio, el Sumo Pontífice concede indulgencias aplicables a ellas, no por vía de absolución, sino por modo de sufragio, y como dispensador del tesoro de la Iglesia, que son las obras y satisfacciones de Cristo y de los santos. Ganando por las benditas almas estas indulgencias, y haciéndoles otros sufragios, ejercitamos con ellas las obras de misericordia. Porque damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, aliviamos con nuestra caridad el hambre y la sed que aquellas santas almas tienen de Dios. Consolamos al enfermo, porque mucho padecen las almas del purgatorio en aquel lugar de tormentos. Rescatamos al cautivo, porque cautivas están en aquella cárcel de expiación, y las redimimos con indulgencias y limosnas. Vestimos al desnudo, alcanzándoles de la bondad de Dios la vestidura nupcial y sin mancha, que han menester para entrar en el cielo. Hospedamos al peregrino, rogando al Señor que por los méritos de Cristo les abra las puertas, de su palacio divino; y en fin, ¿no es mayor obsequio el llevar aquellas almas al eterno descanso del paraíso, que el dar a sus cuerpos sepultura? Pero aunque nos debemos compadecer de todos los que están en el purgatorio; especialmente hemos de socorrer a “nuestros deudos y amigos, a los padres e hijos, a los maridos y mujeres, a los hermanos carnales y otras personas, con quienes tuvimos algún lazo más estrecho de sangre o amistad” Finalmente mucho mayor cuidado debemos poner en cumplir las obligaciones de justicia que pertenecen a ellos, ejecutando sus testamentos y mandas pías, y todo lo que dispusieron para bien de sus almas.

Reflexión: Mientras que el Señor nos da tiempo, procuremos ajustar nuestra vida con la ley de Dios, y llorar nuestras culpas, y satisfacer por ellas en esta vida: aceptemos las tribulaciones, como de su bendita mano, en penitencia de nuestras culpas: y ayudemos a nuestros hermanos con las buenas obras que pudiéremos, para que salgan del purgatorio puros y afinados; y cuando gocen de Dios nos ayuden con sus oraciones y nos den la mano para llegar al puerto de salud, y gozar juntamente con ellos de la eterna bienaventuranza.


Oración: Oh Dios, creador y Redentor de todos los fieles, concede la remisión de los pecados a las almas de tus siervos y siervas, para que consigan, por nuestras humildes súplicas, el perdón que siempre desearon.Que vives y reinas por todos los siglos de los siglos. Amén.



SECUENCIA "DIES IRAE" DE LA MISA DE DIFUNTOS


Día de la ira, aquel día 
En que los siglos se reduzcan a ceniza 
Como testigos el Rey David y la Sibila 
¡Cuánto terror habrá en el futuro! 
¡Cuando el juez haya de venir a juzgar todo estrictamente! 

La trompeta esparciendo un sonido admirable 
Por los sepulcros de todos los reinos 
Reunirá a todos ante el trono 
La muerte y la Naturaleza se asombrarán 
Cuando resucite la criatura 
Para que responda ante su juez 

Aparecerá el libro escrito 
en que se contiene todo 
y con el que se juzgará a el mundo 

Así, cuando el juez se siente 
lo escondido se mostrará 
y no habrá nada sin castigo



¿Qué diré yo entonces pobre de mí? 
¿A qué protector rogaré 
cuando ni los justos estén seguros? 

Rey de tremenda majestad, 
Tú que salvas gratuitamente 
A los que hay que salvar 
Sálvame , fuente de piedad 

Acuérdate, piadoso Jesús 
De que soy la causa de tu calvario 
No me pierdas en este día 

Buscándome te sentaste agotado 
Me redimiste sufriendo en la cruz 
No sean en vano tantos trabajos 

Justo juez de venganza 
Cóncedeme el regalo del perdón 
Antes del día del juicio 

Grito como un reo 
La culpa enrojece mi rostro 
Perdona , Señor, a este suplicante 

Tú, que absolviste a María Magdalena 
y escuchaste la súplica del ladrón 
me diste a mí , también esperanza 

Pero tú , al ser bueno 
Actúa con bondad 
Mis plegarias no son dignas 

Para que no arda en el fuego eterno 
Colócame entre tu rebaño 
Y sepárame de los machos cabríos 
Situándome a tu derecha



Tras confundir a los malditos 
Arrojados a las llamas voraces 
Hazme llamar entre los benditos 

Te lo ruego suplicante y de rodillas 
Con el corazon acongojado 
Casi hecho cenizas 
Hazte cargo de mí destino 

Día de lagrimas 
Será aquel renombrado 
En que resucitará de la ceniza para el juicio 
El hombre culpable 

A ese, pues 
Perdónalo , oh Dios 

Señor de piedad Jesús 
Concedeles el descanso





QUE LAS ALMAS DE LOS FIELES DIFUNTOS POR LA MISERICORDIA DE DIOS DESCANSEN EN PAZ. AMÉN.

PÁX VOBIS.

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