Han pasado por fin los cuarenta días de la Purificación de María, y ha llegado el momento de subir al Templo del Señor para presentar en él a Jesús. Antes de seguir al Hijo y a la Madre en este viaje a Jerusalén, detengámonos todavía un momento en Belén, y meditemos con amor y docilidad los misterios que van a realizarse. LA LEY DE MOISÉS. — La Ley del Señor mandaba que las mujeres de Israel, después de su alumbramiento, permaneciesen cuarenta días sin acercarse al templo; terminado este plazo, debían ofrecer un sacrificio para quedar purificadas. Consistía éste en un cordero, destinado a ser consumido en holocausto; a él debía juntarse una tórtola o una paloma, ofrecidas por el pecado. Y si la madre era tan pobre que no podía disponer de un cordero, había permitido el Señor que lo reemplazase por otra tórtola u otra paloma. Otro precepto divino declaraba propiedad del Señor a todos los primogénitos, y ordenaba la manera de rescatarlos. El precio del rescate eran cinco...