BREVE REFLEXIÓN SOBRE LOS CATÓLICOS Y LAS VACUNAS ANTICOVID
Vergonzoso y lamentable es el espectáculo que los católicos, tanto clérigos como seglares, dan ante la situación actual de "pandemia" y vacunación. Parece ser que está situación sacó a relucir la falta de fe y el relajamiento moral que hay en general entre los católicos, que viven con miedo y horror a este virus, y esperan, con una esperanza casi que mesiánica, en la dichosa vacuna que creen los va a inmunizar, cuando los mismos promotores de esta ni siquiera aseguran tales efectos.
Hablo de falta de fe, porque el católico (siempre hablando en general, cada quien examínese a sí mismo, para ver si estas palabras le corresponden o no) con los labios dice creer en Cristo, mas a la hora de la prueba demuestra que no era tan así. San Pablo nos dice: "Si nosotros sólo tenemos esperanza en Cristo mientras dura nuestra vida, somos los más desdichados de todos los hombres" (1 Cor. 15, 19). Esto es lo que la mayoría de los que se dicen cristianos no han querido entender, porque las principales promesas de Cristo (en las que se fundan nuestra fe, esperanza y caridad) som referentes a la vida eterna y al siglo venidero. Pero muchos, al ver que en esta vida hay prueba, por un lado, y por otro hay presión del mundo, prefieren ceder a las pretensiones mundanas y poner su esperanza, cual si fueran paganos, en las manos de los hombres, en este caso de la vacuna.
Vacuna tan discutida, vacuna tan encomiada por los medios oficiales (lo cual ya debería decirnos algo), vacuna propuesta como el único y absoluto remedio a este virus. Y aún así acuden a ella cuál borregos los que en sus labios suelen pronunciar el "hágase tu Voluntad". Muchas de estas vacunas son incluso inmorales y pecaminosas, ya que fueron hechas a partir de líneas celulares, es decir de abortos, y esto afirmado orgullosamente por sus fabricadores (como Jhonson & Jhonson entre otros tantos) como un progreso. Tan así es, que el mismo Vaticano Apóstata se vió obligado a declarar que los católicos deberían preferir (ya no condenan lo condenable por supuesto) las vacunas que no provengan de abortos. Pero nadie pregunta qué es lo que le están poniendo, nadie se cuestiona de si hace falta o es por puro miedo; sólo van obedientemente con un acto de fe erróneo, que si ese mismo acto de Fe lo hicieran en Dios serían ya santos.
El católico no debe poner su fe en su fin y Sumo Bien que es Dios, debe dejar atrás la mediocridad y la pusilanimidad y no dejarse llevar por la corriente, ya que, como bien lo dijo Cristo Nuestro Señor, ancho y espacioso es el camino de la perdición, mas estrecho y angosto es el camino que lleva al Cielo. Pongamos la esperanza en el Divino Médico de los cuerpos y de las almas, que no dejará caer ni un cabello de nuestras cabezas sin que Él así lo desee.
PAX VOBIS.
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