CONSIDERACIONES CRISTIANAS SOBRE EL EJERCICIO FÍSICO






Es un tema muy poco hablado entre los ambientes católicos, quizás porque algunos lo consideran irrelevante pero nada más necesario que ver el mundo con los ojos de Cristo Nuestro Señor y su Doctrina, y muy especialmente en nuestros tiempos en que el mundo predica entre sus máximas que el tener un "cuerpo perfecto" es la felicidad. El ejercicio físico en sus distintas facetas y modalidades y los diferentes deportes no son malos ni pecaminosos en sí, de hecho son una actividad muy provechosa para la salud del cuerpo y trae consigo cierta cantidad de principios para el ejercicio de tal deporte o aptitud física como el sacrificio, la puntualidad, el compañerismo, el esfuerzo entre otros, pero, como en todo, pueden haber desviaciones y un mal uso de los ejercicios como de hecho los ha habido y los hay en la actualidad.




El ejercicio físico además de formar el carácter (o por lo menos ser esa su verdadera función)  deja como secuelas naturales el moldeamiento del cuerpo de una manera en las mujeres y de otra manera en los hombres; el esforzamiento de los músculos y las siluetas moldeadas del cuerpo han sido la base para establecer , a los ojos del mundo, los estándares de belleza y estética, ya desde el tiempo de los griegos quienes en sus esculturas retrataban lo mejor posible los cuerpos, ya masculinos ya femeninos, moldeados por la actividad física, de ahí viene el calificativo "escultutral" a los cuerpos trabajados físicamente.




En torno a la mujer siempre ha habido un cuadro de belleza lineal y casi invariable, y este espectro ha sido tan rígido que ha habido (y hay desgraciadamente) mujeres que se sienten infelices por no cumplir con estos estándares de belleza y estética, que por más que sean éstos tiempos nuestros de feminismo y de culto a la fealdad ésas normas de belleza siguen siendo las mismas y entre el vulgo siempre van a ser tenidas en cuenta. Ahora bien, en los hombres éstas normativas estéticas se han impuesto más en nuestros tiempos, creando en los hombres, especialmente en los más jóvenes, la necesidad de trabajar sus cuerpos para cumplir a los ojos del mundo con estas normativas, por lo visto los hombres tampoco han quedado en esto atrás.



Uno de los pocos ejemplos más o menos decentes del uso desenfrenado del ejercicio físico: uso de hormonas y esteroides para conseguir el "cuerpo perfecto"

El tema es extenso y si quisiéramos hablar de ello nos llevaría todo el blog, pero queremos especificar dos abusos del entrenamiento del cuerpo, uno particular y otro general: el fisicoculturismo es uno de los más graves y bizarros abusos de la actividad corporal, ya que el deseo desenfrenado de querer conseguir el cuerpo perfecto lleva a muchos hombres y mujeres a desarrollar, o súper desarrollar, su musculatura con el uso de hormonas, esteroides, entre otras drogas que hacen que los músculos crezcan más allá de lo natural, porque, nobleza obliga decir, es imposible llegar a tener una musculatura (cómo la del hombre de la imagen) haciendo ejercicio corporal naturalmente, por eso llegan al uso de estás drogas que además de la salud de su alma les afecta también en la del cuerpo, haciéndolos más propensos a enfermedades del corazón entre otras.

El aspecto general del ejercicio físico es el mismo del anterior pero que no llega al uso de drogas como en el fisicoculturismo; muchos de los que practican algún deporte o alguna actividad corporal (especialmente jóvenes) lo hacen movidos por la "concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida" (1 Juan 2, 16), es decir, para presumir de su belleza física y hacer uso de ella para el pecado, especialmente toda clase de pecados que van contra la virtud de la pureza pues, dejándonos de suavidades, es muy bien sabido que los que buscan esa figura de belleza física es para el pecado impuro en todas sus facetas: no hay que buscar mucho para ver qué muchos deportistas o atletas jóvenes (y no tan jóvenes) presumen de su estado corporal en las redes sociales, sobre todo en aplicaciones como Instagram y Snapchat donde muchas mujeres y hombres se desnudan para provocar la envidia o atracción de sus seguidores; también todos de esos impúdicos mostradores de sus cuerpos llevan una vida inmoral e impura. A esto lleva el espíritu del mundo mundanal, a rebajar nuestra dignidad de hijos de Dios para hacernos simples objetas del más vil y efímero placer... Por mucho que se quejen las femicerdas, la verdad es que son las mismas mujeres las que se encargan de hacerse un objeto de placer, si no creen que así sea vean nomás como salen muchas semidesnudas en verano (o en cualquier tiempo del año, ya se perdió el pudor hace mucho), o dense un paseo por cualquier cuenta de Instagram, de Facebook, etc.


El original "gymnós" griego


Lo anterior no fue una descarga de moralismo barato como alguno podría juzgar, ha sido una descripción gráfica de lo que la vanidad del mundo es e impone en sus desdichados seguidores, ahora vamos a entrar en la parte doctrinal. San Pablo acoge la figura del atleta que se esfuerza en ejercitarse para alcanzar la corona o premio para enseñarnos que de la misma manera hemos de ejercitar nuestra alma en las virtudes para alcanzar la corona incorruptible:¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible" (1 Corintios 9, 24- 25).

De esa manera el Apóstol anima a los cristianos a abstenerse de contaminaciones mundanas y esforzarse para alcanzar la palma de la victoria a imitación de lo que corporalmente hacen los atletas, y es el mismo Apóstol escribiendo a Timoteo el que nos dice: "porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera" (1 Timoteo 4,8); y en efecto, cómo hemos visto el ejercicio corporal, aún en el caso de que no comporte la pecaminosidad, es poco útil para los cristianos, ya que, cómo nos lo explica San Pablo, lo que nos es verdaderamente útil es la piedad, es decir, el amor a Dios que debemos sentir muy filial y confiadamente, ese amor que genera en nosotros el temor de ofenderle, siendo un Dios tan bueno y tan grande (cómo muy bien lo reza el Pésame), y es esa piedad la que nos es útil para todo, pues nos da el Espíritu de Cristo que es el Espíritu Santo, pues es la piedad en sí un don magnífico del Espíritu Santo y con él podemos ver, sentir, juzgar y aún usar de cosas como el ejercicio físico para Gloria de Dios y para nuestra santificación.

Por otro lado el Salmista nos dice: " Él (Yahvé) no se deleita en el vigor del caballo ni le agradan los músculos del hombre. La complacencia de Yahvé está en los que le temen, los que se fían en su bondad" (Salmo 146, 10- 11). Volvemos a ver que la fuerza humana no agrada a Dios, mencionando aquí la potencia de los caballos de guerra o los músculos de los guerreros y  atletas, sino que Dios se agrada en los que le aman, le temen y confían en Él; se nos recalca la idea de que la piedad es la única que nos sirve para todas las cosas y que por ende nuestros esfuerzos deben enfocarse más en conocer a Dios, amarlo y servirlo más que cualquier otra actividad, incluido el entrenamiento corporal. No es que sea malo ejercitarse o practicar algún deporte, pero cómo hemos visto, no podemos poner en esto nuestra meta y nuestra felicidad, sino que en nuestra mente y en nuestro corazón debemos tener siempre presente el Santo servicio y amor de Dios que es lo único que queda, pues a la verdad ¡Cuántos tendrán cuerpos esculturales siendo sus almas horribles cuál demonios, esclavos de todo vicio y pecado! La única belleza que vale ante Dios es la del alma, la del alma en gracia que como un niño se deja guiar por Él (S. Mateo 18, 3).

No olvidemos tampoco el origen espurio de los gimnasios y lugares de entrenamiento corporal. Gimnasio proviene del griego "gymnós" que quiere decir "desnudo", y en efecto, los atletas de la Antigua Grecia se ejercitaban totalmente desnudos en lugares consagrados a los falsos dioses, de manera que el gimnasio vendría siendo como un semitemplo pagamos dónde los jóvenes ofrecían su ejercitamiento a los ídolos y a la vez hacían culto a su propio cuerpo. Durante la invasión Seléucida de Tierra Santa (siglo IV a.c.) fueron introducidas muchas costumbres paganas en el pueblo de Israel, entre ellas la del "gymnós", que se estableció en Jerusalén introduciendo a los jóvenes judíos en las perversas costumbres paganas, que entre pecados de impureza se incluía la de la homosexualidad (2 Macabeos 4, 12- 13) Es éste un libro para tenerlo muy en cuenta, si bien los gimnasios modernos no son lo mismo que los de la Antigüedad, aún así conservan su espiritu pagano y mundanal de culto vanaglorioso al cuerpo. 

Aprovechemos pues nuestro tiempo para crecer en el amor de Dios y en la práctica de sus santos mandamientos, que son la guía segura de nuestra verdadera felicidad, sólo así sabremos usar justa y correctamente de las cosas se este mundo y volcarlas en favor de nuestra salvación y la de nuestro prójimo.


"... porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera" (1 Timoteo 4,8).


PAX VOBIS.


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