MIÉRCOLES DE CENIZA E INICIO DE LA SANTA CUARESMA




"Memento, homo, quia pulvis est et in púlverem revertéris"
Gen. 3, 19


Con la Imposición de las Santas Cenizas el Miércoles de Ceniza se da comienzo a uno de los tiempos más ascéticos y rigurosos de la Iglesia: la Cuaresma, que quiere se refiere a los 40 días en que la Iglesia se une al riguroso ayuno de Nuestro Señor Jesucristo en el desierto. El símbolo de la Imposición de la ceniza proviene del Antiguo Testamento, en el que hacía parte de la manifestación pública de penitencia, hecho tantas veces por el pueblo de Israel cuando querían atraer la misericordia de Dios después de haberse ido tras los ídolos; símbolo que venía acompañado con el ayuno y el vestir cilicio (en su tiempo: piel camello, incómoda y rasposa a la piel).

La Santa Madre Iglesia quiso adoptar también este símbolo veterotestamentario acompañado del ayuno y abstinencia de carnes para mortificar nuestra carne, inclinada al pecado, y para purificar nuestra alma para la celebración de la Solemnidad de las Solemnidades: Pascua de Resurrección. Para la Imposición de la ceniza se escogió uno de ellos textos más lapidarios y realistas de las Sagradas Escrituras: "Recuerda, hombre, que polvo eres y en polvo te convertirás" (Génesis 3, 19), Entre las consecuencias de la rebelión del hombre contra Dios, enumeradas en el capítulo 3 del libro del Génesis, anuncia Dios la vuelta del hombre al elemento del que fue hecho: el humus; el humus es un tipo de tierra especial ya que es húmeda y propicia para el florecimiento de colonias de gusanos... De ahí viene la palabra "hombre".

La vuelta al humus por medio de la muerte es una de las consecuencias más traumáticas del pecado original, ya que hace es un difícil trance en del cual el alma se separa del cuerpo, cuando el plan de Dios en el hombre no había sido éste, pero por culpa de esta vil desobediencia vino a los hombres la muerte, a la cual nunca estarían preparados ya que otra consecuencia del pecado original es el apego a la vanidad de la vida presente; el hombre se hundía en un estado irremediable y aún lo estaríamos sin esperanza alguna si Cristo Nuestro Señor no se hubiera hecho hombre y nos hubiera salvado de la condenación eterna. Ésta es la verdad que nos recuerda la Cuaresma con su Liturgia desde el primer día: ésta vida presente es un destierro, no es ésta vida nuestro fin, la muerte nos ha de arrebatar un día, sólo Dios es el único fin del hombre, por Él fuimos hechos y hacia Él tiende nuestra alma, mientras que desgraciadamente nuestra carne tiende al pecado, a Satanás, a la condenación, y que por ese mismo motivo debemos tenerla refrenada con el ayuno, la penitencia y la oración a imitación de Jesucristo, el Divino Maestro, quien con su ayuno y penitencia nos enseñó la manera de resistir a las tentaciones y de obtener méritos para la salvación.

Que ésta Cuaresma no sea una Cuaresma más, que sea éste tiempo litúrgico propicio para avanzar en nuestra vida espiritual, asistamos a la Imposición de las Cenizas los que tengamos la gracia de poder asistir al Santo Sacrificio de la Misa, recemos el Santo Viacrucis los viernes de Cuaresma en conmemoración de la Sagrada Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo; no estrictamente lo necesario, seamos generosos para con Dios, si sólo se nos manda abstinencia  hagamos también ayuno, si se nos recomienda la mortificación corporal hagamos también mortificación espiritual... Cada quien sabrá personalmente lo que personalmente podrá ofrecer al Dios de las misericordias que todo nos lo da providencialmente.

En fin, aprovechemos este tiempo para conocer, amar y servir a Dios, lo cual es el único sentido de nuestra vida y el consuelo en este destierro que el Divino Redentor promete fielmente recompensarlo sobreabundentemente si durante este efímero y corto tiempo le servimos.






"El oprobio me ha roto el corazón y desfallezco. Espero compasión, y no la hay, consoladores, y no encuentro ninguno". Salmo 68, 21.


PAX VOBIS.

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